lunes, 10 de diciembre de 2012

Antonio López: “El periodismo tiene más poder del que nosotros pensamos”

Antonio López Hidalgo es profesor en la Facultad de Comunicación de Sevilla pero, ante todo, es periodista. Son numerosos sus trabajos, desde investigación en Géneros Periodísticos, pasando por ensayos, columnas en diferentes registros y entrevistas a las personalidades más importante de todos los tiempos. El Radar es el blog en el que vierte todas sus impresiones y, desde la ironía hasta la denuncia, López Hidalgo se caracteriza por un estilo personal. Amante de la buena lectura y crítico con la verdad, este periodista curtido en la calle sabe que la mejor forma de ejercer el periodismo es ser consecuente con uno mismo. Muchos años lleva ya en el mundo del periodismo y desde hace tiempo llevaba predicando la precariedad laboral que se avecinaba, como se puede ver en su libro El periodista en su soledad, y que ahora ha estallado en todo su esplendor. En definitiva, un periodista adelantado a sus tiempos que ha vaticinado que la desgracia del periodismo podría haberse solucionado cuando empezaron los primeros fallos de la profesión. Y un periodista concienciado con los derechos de los colectivos, como demuestra  la obra El Sindicato clandestino de la Guardia Civil, en conjunto con el también periodista Juan Emilio Ballesteros.

Ana Ortega. ¿Por qué elegiste el periodismo como profesión?

Antonio López. La elegí porque me gustaba escribir y era la única profesión que te permitía escribir y ganar un sueldo. Los de mi generación que nos gustaba más la literatura que el periodismo aprendimos que el periodismo enseña técnicas que eran necesarias para la literatura. Con el paso del tiempo he descubierto que el periodismo ha influido demasiado en la literatura. Eran tiempos tan difíciles como estos porque no sabíamos para dónde íbamos porque el primer año que empecé a estudiar periodismo coincidió con la muerte de Franco y la Transición.

A.O. ¿El Cuarto Poder como vehículo de defensa de los ciudadanos ha existido o es una forma de crear falsa libertad?

A.L. Yo creo que la prensa ha existido como Cuarto Poder y como Primer Poder, lo que pasa es que pocas veces el periodismo ha sido Cuarto Poder o Primer Poder por sí solo. Es verdad que en el Watergate hubo un periódico que derribó a un presidente pero también es verdad que un partido se vio perjudicado y otro beneficiado. El Cuarto Poder existe y todo tipo de poderes le temen. Si es verdad que cuando se habla de Cuarto Poder se habla de manera ficticia, es decir, los periodistas no son tan independientes porque todos sabemos que los periódicos tienen una idolología, unos anunciantes y unos accionistas y, salvando estos casos, el periodismo tiene mucho más poder que el los propios periodistas pensamos.

A.O. ¿El periodismo en general y el fotoperiodismo en particular está atravesando una crisis de identidad?

A.L. Creo que sí sobre todo el tema de la objetividad, que siempre se ha impuesto como un principio ético y en realidad es un método de trabajo de contrastación y verificación. La objetividad está amparada en otro principio asexuado que es la ideología. Los periodistas se creen independientes con respecto a la política pero un periodista debe tener ideología, otra cosa es que cuente la noticia desde una perspectiva alejada. Ahora las cosas se hacen dependiendo a lo que convenga o no a un gobierno, por ejemplo con las guerras. Afortunadamente, existen periodistas que escriben bien, que contrastan que denuncian, etc. pero no se ven los árboles entre tanto bosque.

A.O. Tu último estudio, Situación Laboral y producción informativa retrata muy bien el contexto nefasto por el que atraviesa el periodismo desde hace años. ¿Por qué los periodistas son reacios a luchar por sus derechos?

A.L. El colectivo de periodistas nunca ha estado unido, siempre han sido muy de su empresas y muy individualistas porque nunca ha habido sueldos unificados. Los periodistas se reunían como en pequeños guetos y se buscaban por clases sociales. El sindicato de periodistas se creó hace quince años, antes sólo había secciones dentro de UGT y Comisiones Obreras. Existían las Asociaciones de Prensa, pero eran instituciones benéficas para ayudar a los periodistas a darles entradas, billetes de autobuses. Nunca hemos tenido conciencia de colectivos, de trabajadores porque hemos jugado a niños ricos sin tener nada. Nos juntábamos con el poder para tomar copas pero después eras tú el que te quedabas a recoger las tazas.

Ahora algo empieza a cambiar porque la situación es dramática. De hecho, es tan dramática que el periodismo tradicional está desapareciendo y la culpa la tiene la comunicación institucionalizada, las nuevas tecnologías pero también el periodista.


Antonio López en su despacho de la Facultad de Comunicación. Imagen de Ana Ortega.

A.O. ¿Por qué los fotoperiodistas especializados en conflictos bélicos son los que más sufren el rechazo de los medios de comunicación si son los que más arriesgan sus vidas?

A.L. Siento mucho respeto por los periodistas y los fotoperiodistas de guerra pero creo que la profesión está muy mitificada. Existen muchos profesionales que cubrían la guerra desde el hotel tomándose un whisky e iban con la fuerza que tenía el poder. Han muerto periodistas de guerra pero, en porcentaje, no tantos de acuerdo a la situación en la que se encuentran. Para mí hay un oficio peor que es el periodista de guerra que cubre el conflicto en su propia ciudad. El problema de los periodistas mejicanos es que, cuando cubren temas de narcotráfico, los narcotráficos te buscan en tu casa. Hay muchos periodistas que mueren en países donde no hay conflictos bélicos como tal, sino guerras no declaradas que son mucho peores porque no hay salida posible. En España hemos tenido eso con los Grapo y ETA. De esos periodistas no se habla tanto. 

A.O. ¿Crees que las guerras son un negocio?

A.L. Siempre han sido un negocio. El problema es que como ahora toda está cambiando, están intentando otro tipo de guerras, que es la guerra sin armas. Las guerras se provocan por intereses y son un negocio cuando empiezan en la venta de armas, de prostitutas, de alimentas y cuando acaban al reconstruir los países. Y eso se lo llevan tres multinacionales que se enriquecen y unas cuantos países que se reparten el mundo.

A.O. Tú sabes realmente lo que es un periodista acosado cuando investigaste, junto con Juan Emilio Ballesteros, el Sindicato clandestino de la Guardia Civil. ¿Cómo surgió esta investigación?

A.L. Surgió casi de manera casual. Diario 16 donde estaba Juan Emilio publicó algunas cosas y yo estaba en el Correo de Andalucía y un sábado llegó una persona vestida de paisano queriendo informar sobre la Guardia Civil. Me dio un nombre falso, Juan, y me dijo que querían ser policías, no militares. Esta persona hablaba en un código un tanto secreto para que no le pudieran localizar y así comenzamos a publicar. La cosa se empezó a poner dura con las persecuciones, que se hacían por dos vías porque, como no podían apresar a los guardias civiles porque no sabían quien era,  fueron a por los periodistas a través de la intimidación, es decir, pinchando teléfonos, registrando apartamentos, como hicieron conmigo, quemando coches, como le pasó al abogado de Juan Emilio, presiones a las direcciones de los medios…

Cuando esos métodos no eran válidos, fueron por la vía judicial. Nos embargaron lo que teníamos, a mí un Renault 4 y a Juan Emilio la mitad de su sueldo. Y los medios, que son más frágiles de lo que nos pensamos, empezaron a  acobardarse. Tuvimos suerte de que nos defendieran gratis Antonio Mate y Javier Pérez Royo. Nos absolvieron en el juicio y tuvimos una sentencia favorable para poder seguir publicando.

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