sábado, 20 de octubre de 2012

Pablo Martínez Cousinou: “Las guerras son la portada de la historia”

La primera vez que proyectó uno de sus trabajos en clase, yo estaba en tercer curso. Llegó con una mirada sabia, de esas miradas que han visto muchas cosas y se presentó como Pablo Martínez Cousinou. Su segundo apellido nos dio que hablar a todos, nos preguntábamos de donde sería ese apellido materno. Su asignatura era Fotoperiodismo y teníamos ganas de coger una cámara y lanzarnos a un mundo desconocido hasta ahora para nosotros. Y aprendimos a realizar un reportaje fotográfico de esos que deja a uno mismo orgulloso de las horas empleadas. No importaba la nota numérica, no tanto cuando el objetivo era interpretar nuestra propia realidad. Dos años después, el Monasterio de la Cartuja y el Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía nos brinda el paisaje perfecto para abordar las confesiones de un fotógrafo especializado.

Ana Ortega: ¿Cuál es la función que cumple un fotoperiodista especializado en cobertura de conflictos en la sociedad?

Pablo Martínez: En primer lugar, hay que enmarcar al fotógrafo especializado en cobertura de conflictos dentro del ámbito del fotoperiodismo y del periodismo. Si nos preguntamos por el origen de la función social del fotoperiodista, o del periodista, vemos que se fundamenta en el desarrollo colectivo de las sociedades democráticas. Entendiendo todo este marco general, la labor del periodista de guerra es la misma, salvando las distancias y los riesgos evidentes que esta especialidad conlleva, que la de los periodistas locales, digamos por ejemplo de urbanismo o de economía, velar por una información de rigor que permita a la población conocer el porqué de un determinado acontecimiento.

Pablo Martínez Cousinou en el Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía. Imagen de Ana Ortega

A.O. En la actualidad los fotógrafos están expuestos a innumerables peligros en el frente y no están amparados por sus medios de comunicación. Muchas veces ni disponen de contrato laboral con las empresas mediáticas o les pagan muy poco por unas fotos por las que han arriesgado sus vidas. ¿Qué piensas de todo esto?

P.M. Pienso que la actual coyuntura de crisis económica se está utilizando como escudo y excusa para acometer grandes transformaciones en la estructura mediática y en los procesos de información que finalmente van a derivar en una perdida de espacio informativo y, por ende, de espacio democrático. Asistimos a un proceso de reconversión empresarial que está contribuyendo a la precarización del sector informativo y que, a su vez, redundará en la pérdida de calidad informativa. Habría que replantarse por ejemplo cuestiones fundamentales como si los ciudadanos queremos un espacio público de información crítica y de calidad.

A.O. ¿Cómo abordas la fotografía de guerra en sus docencias?

P.M. Trabajamos mucho con la fotografía de guerra porque la historia del fotoperiodismo casi se puede seguir paralelamente a la cobertura de los principales conflictos del último siglo y medio. Es interesante ver como la fotografía se instrumentaliza ya como propaganda en la Primera Guerra Mundial, como Vietnam,  que será el primer y último conflicto televisado con total libertad o como la guerra de Irak, que forma parte de una nueva etapa de guerra mediática, una artillería de imágenes que no nos sirven para conocer realmente qué está ocurriendo en el lugar de los acontecimientos, pero que ocupan la parrilla informativa.

A.O. ¿En qué rama o especialización se centra tu trabajo fotográfico?

P.M. Trabajo en el ámbito de la fotografía documental y en el editorial, es decir, retratos, fotografías para prensa y desarrollo proyectos personales vinculados a la fotografía como herramienta discursiva que invite a la reflexión. Me interesa la fotografía cuando introduce giros o pequeños guiños que llevan a otro contexto más allá de lo meramente iconográfico. En el  proyecto Sedimentaciones (2005), realizado en Palestina, me interesé por la idea de qué queda tras un conflicto más allá de los acontecimientos noticiables que aparecen puntualmente en los medios y que todos conocemos. Es decir, ver más allá de ese velo informativo que rodea a los acontecimientos y de la realidad de la agenda setting y preguntar a través de las imágenes por el día a día, por la cotidianeidad del conflicto.


Fotografía perteneciente a la serie El Muro de las Sedimentaciones (2005)
      © Pablo Martínez Cousinou

A.O. ¿Consideras que el fotoperiodismo, al igual que el periodismo en general, se encuentra en un proceso de crisis de identidad?

P.M. Ha cambiado mucho el contexto. Por un lado hay quien repite una y otra vez la muerte de la fotografía testimonial y es verdad que la realidad económica no es favorable para el ejercicio del fotoperiodismo, pero por otro lado se han abierto tantas puertas que reconfiguran el oficio. En mi opinión hay mejor fotoperiodismo documental que nunca, lo único que los canales de difusión y otras propuestas narrativas son otros. Se han vivido todos estos años de transformación y parece que es fácil realizar un periodismo multimedia pero realmente hacer un producto de calidad requiere un proceso largo, costoso y especializado.

Aunque el acceso a la información es más fácil que nunca, la función social de los periodistas es ahora quizá más necesaria también que nunca ya que en el nuevo panorama mediático se precisa saber elaborar esa información y dotarla de sentido y profundidad, en definitiva saber traducir la información en una narración dotada de sentido, que nos permita comprender un hecho, sus causas y efectos.

Resistencia y Memoria. Puerta de Hierro, madres que no se derriban. Serie de retratos a mujeres gitanas del Poblado de Puerta de Hierro de Madrid sobre los restos de sus viviendas tras los recientes derribos. 
© Pablo Martínez Cousinou

 A.O. ¿Qué siente un docente cuando tiene que mostrar a sus alumnos instantáneas de reporteros de guerra que han sido clave en la cobertura de un conflicto armado?

P.M. A mí me interesa dejar de lado la historia vinculada al autor y destacar qué papel jugaron en un momento dado una serie de fotografías. Es decir, apartar la mitificación y centrarme en la comprensión de esas imágenes y cómo éstas no se pueden comparar con el presente.


A.O. ¿Cuál crees que es, en tu opinión, el significado de fotoperiodismo?

P.M. Fotoperiodismo es contar historias significativas de la realidad a través de la fotografía. Historias que pueden ser de una mayor o menor actualidad. Es el uso de la fotografía como narración visual. Percibimos lo que comprendemos y de acuerdo a la posición de cada uno en el mundo así nos enfrentaremos a esos acontecimientos. El mito de la supuesta objetividad se descubrió hace ya muchas décadas quimérico, lo que si es exigible es un periodismo profesional, veraz y honesto, que aspire a expandir el conocimiento a través de la elaboración de información rigurosa y contrastada.


                                          Fotografía perteneciente a la serie El Muro de las Sedimentaciones (2005)
 © Pablo Martínez Cousinou

A.O. Las agencias de imágenes son la fuente principal a la que recurren los medios de comunicación para nutrirse de ilustraciones. ¿Qué supone esto para la calidad del periodismo y para el nivel profesional del fotógrafo?

P.M. Se unifica, a veces en exceso, la visión que se da en el mundo y se reduce la multiplicidad de voces.

A.O. Gervasio Sánchez, uno de los fotoperiodistas más reconocidos en el ámbito fotográfico, asegura que las guerras son un negocio más retransmitido por mediocres que alteran los acontecimientos según sus propios beneficios. ¿Crees que las palabras del fotógrafo son la realidad en la que nos movemos en la actualidad?

P.M. A mi me parece que Gervasio Sánchez es un profesional que ha mantenido una coherencia extraordinaria en sus muchos años de trayectoria. Considero que su criterio es muy acertado y, desde la posición que su experiencia le posibilita, sabe agitar conciencias. Es de los profesionales que ejerce su independencia.

© Pablo Martínez Cousinou

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